Esto era el orgullo de mi madre: mi salvaje libertad y mi alma rebosante. Me enseñó a no temer nada más que ser una molestia para los demás
Zitkala-Ša
Pero ¿quién fue Zitkala-Ša? Seudónimo literario de Gertrude Simmons Bonnin, nació en la Reserva de Indios Yanktun de Dakota del Sur en 1876. Un momento de la historia del pueblo nativo americano marcado por la violencia. Una época en la que los y las rostros pálidos decidieron que los y las indias debían perder sus derechos sobre sus tierras y que sus nuevas generaciones tenían que ser educadas para eliminar cualquier resto de cultura tribal.
Zitkala-Ša (22 febrero 1876 – 26 enero 1938) es hija de Ellen Simmons y padre desconocido, “aunque sabemos que se trató de un hombre blanco” en palabras de Gloria Fortún, prologuista de Pájaro Rojo habla. Vivió su infancia en libertad hasta que fue “reclutada” para recibir esa nueva educación en una escuela asimilacionista. El contraste en este periodo de su vida se ve reflejado en sus propios escritos en los que pasa a hablar de sí misma como: “Era una niña de siete años. Llevaba un holgado vestido de ante y un par de ligeros mocasines en mis pies, era libre como el viento que removía mi pelo y tan vivaz como un ciervo saltarín”, a relatar momentos en los que su felicidad se ve sustituida por el miedo y posteriormente la rebeldía: “Mi amiga Judéwin me dio una terrible advertencia. Judéwim sabía unas pocas palabras en inglés y había escuchado a la mujer de rostro pálido decir que nos iban a cortar nuestros largos y espesos cabellos. Nuestras madres nos habían enseñado que solo los guerreros inexpertos que eran capturados recibían un corte de pelo del enemigo. Entre nuestra gente, el pelo corto se llevaba cuando se estaba de duelo y el pelo cortado a tazón era de cobardes”.
Hoy en día sabemos que Zitkala-Ša asistió a una escuela en Indiana, donde también se encontraba el Earlham College, lugar en el que cursó sus estudios superiores graduándose en 1895, no sin llevar un gran peso a sus espaldas “he perdido mis largos cabellos; también mis plumas de águila. De vosotros, mi propia gente, me he alejado”. En sus escritos cuenta “no cómo crece y evoluciona una niña, sino el modo en que su educación en la cultura blanca mina su espíritu”, como escribe Gloria Fortún.
Tras su formación se convirtió en maestra, faceta que ocupa un pequeño espacio en su biografía pues pronto la abandonó por la escritura. A lo largo de su vida, la autora india se encontró constantemente prejuicios contra su gente, lo que fue determinando sus pasos. “No cabía duda de la dirección que deseaba tomar para dedicar mis energías a trabajar por la raza india”. Fue en este momento en el que decidió iniciar una aventura para recuperar las leyendas y tradiciones de su pueblo, cuando “adoptó el nombre de Zitkala-Ša, que en Lakota significa Pájaro Rojo”.
En los años siguientes escribió una gran cantidad de textos y artículos para revistas y periódicos, así como cuentos, leyendas, versos y sus memorias. En todos estos escritos se encuentra una constante que hace de Zitkala-Ša una escritora única y ejemplar: Los rostros pálidos son representados como los “bárbaros” del relato y los indígenas son las personas “civilizadas” de la historia, muy al contrario de lo que escribían sus contemporáneos y contemporáneas.
En 1926 cofundó y fue presidenta del Concilio Americano de Indígenas, que sirvió para luchar por la ciudadanía y los derechos de los y las civiles de las tribus indias. “Desde niña tiene que luchar para proteger su individualidad mediante pequeños actos de rebelión que culminaron en su vida adulta con la composición de la Ópera de la Danza del Sol junto al músico William Hanson, representada por primera vez en 1913 y que logró llegar a Broadway”.
Zitkala-Ša fue escritora, editora, violinista, profesora y una gran activista. Como explica Gloria Fortún, “hizo uso de la educación destinada a alienarla para empoderar políticamente al pueblo nativo americano”.
La ley no escrita del corazón le impulsaba a contestar: “Soy un ser. Soy Mujer Estrella Azul. Mi derecho de nacimiento es un pedazo de la tierra
Zitkala-Ša
Traducir a Zitkala-Ša fue encontrar a una amiga. Lo digo de forma literal. La labor de traducción siempre te acerca a las autoras de otros tiempos de una forma íntima, casi imposible de lograr sin ser contemporáneas. En Zitkala-Ša encontré a una niña apasionada que corre por las llanuras persiguiendo nubes, a una joven que empieza a explicarse las injusticias que experimenta y a politizarse, y finalmente a una mujer que reivindica la historia de su pueblo a través de la literatura, a una valiente sioux de cuya mano aprendo sobre las criaturas grandes y pequeñas, los seres mitológicos y el comportamiento vergonzoso del rostro pálido.
Gloria Fortún
Autora: Marina