11 de febrero de 1937. Pointe-à-Pitre, una parte del Estado francés en Guadalupe, un pequeño archipiélago de las Antillas situado en el mar Caribe, gran fuente de inspiración para muchos de sus escritos. Maryse Condé se convierte en la menor de ocho hermanos en una familia burguesa que ella misma describiría después como: «Eran funcionarios y, como tales, tenían derecho a disfrutar con asiduidad de una estancia en la metrópolis. Mi madre nos llenaba la cabeza con descripciones del Panteón, del mercado de Saint-Pierre y, sobre todo, de la Santa Capilla y Versalles; y mi padre prefería el museo del Louvre y la discoteca La Cigale. En la Guadalupe eran más personalidades pero al llegar a Francia se convirtieron en unos don nadie. (…) No sabían que eran negros, se dieron cuenta al llegar a París. Yo lo descubrí un poco antes, a los 16 o 17 años, cuando me fui a vivir sola allí, a estudiar el bachillerato y luego en la Sorbona». Tras finalizar sus estudios en la escuela de secundaria, Condé estudió en el Lycée Fénelon y después estudió Literatura Comparada en la Universidad de la Sorbona en París, donde se doctoró y terminó siendo, entre otras muchas cosas, profesora de Universidad en tres continentes, pasando por ciudades como Ghana, Guinea, Senegal, Francia o Estados Unidos.

Escribió su primera obra entre los 10 y 11 años. Se trataba de un poemario que le dedicó a su madre como regalo de cumpleaños. Unos cuantos años más tarde contaría la reacción de su madre ante la pieza: “me dijo que era horrible, que lo mío no iba a ser escribir.” Nada más lejos de la realidad. Aunque su madre se equivocó en su predicción, Maryse Condé tardo bastante en convertirse en escritora, al menos de cara al mundo. Empezó a publicar sus obras cumplidos los 40 años y en ellas había de todo: ficción histórica, cuentos, poemas, ensayos , novelas y otros géneros. Es esa versatilidad para escribir una de sus grandes virtudes.

Sin embargo, todas sus creaciones tienen algo en común, como ella misma dice: “no podría escribir cualquier cosa… a no ser que tenga una importancia política segura”. En una entrevista comentó también que “siempre he sentido pasión por la verdad, algo que tanto en el plano privado como en el público, con frecuencia se ha vuelto contra mí”. Sus obras exploran asuntos raciales, culturales y de género en una superposición de eras históricas. Además de abordar numerosos temas con una fuerte mirada feminista, Condé ha afrontado asuntos relacionados con la sociedad caribeña como la negritud, el colonialismo, los ritos ancestrales, la esclavitud, la diáspora de pueblos africanos, los condicionantes raciales, el expolio, la caza de brujas o el surgimiento de la clase media centroamericana, y lo hace poniendo a menudo al frente de sus tramas argumentales a mujeres originarias del Caribe, que se ven inmersas en la compleja circunstancia social y cultural de un país aún bajo el dominio de autoridades post-coloniales y represoras. 

Su obra se caracteriza por un estilo en el que se mezclan ficción, costumbrismo, terror, suspense y realismo mágico. Según un artículo de El Mundo, sus novelas son “de una alegría contenida y cierto poso triste”, pero lo que todas tienen de alguna manera integrado es el concepto de alienación: “Cuando oí a mi hermano llamar alienado a alguien por primera vez, pensé que se trataba de una enfermedad venérea, como la gonorrea, pero simplemente es una persona que trata de ser lo que no es porque no ama su cultura”. Un concepto que explicó así en una entrevista: “me creía fea por ser negra, veía a una chica blanca y rubia en la iglesia y me maravillaba, eso es la alienación”.

Su novela Célanire Cuellocortado empieza ambientada en la gran temporada de lluvias, la que va de abril a julio, casi la época en la que vio la luz en nuestro idioma en el año 2019. Por entonces tenía 81 años, más de dieciséis libros traducidos a varios idiomas, entre poesía, novela, ensayos, cuentos y biografía, y el Premio Nobel Alternativo de Literatura (2018) a sus espaldas, además de otros diecisiete galardones.

Después de más de 80 años de trabajos y una prolífica carrera a la espalda, Maryse Condé es reconocida como una erudita en literatura francófona, destacada feminista y activista difusora de la historia y la cultura caribeña de origen africano, además de, evidentemente, una escritora prolífica. Todavía no ha ganado el Premio Nobel de Literatura, pero ha conseguido algo mucho más difícil, convertirse en una escritora que escribe verdades en su propio lenguaje, el lenguaje Maryse Condé.

Autora: Marina

Pie de imagen:

Maryse Condé. Agosto 2008. © MEDEF



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