Retrato de Ángela Ruiz Robles. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, Eulogia Merle.

Hablar de Ángela Ruiz Robles es hablar de una vida dedicada a la enseñanza y a la innovación pedagógica. Su historia comienza un 28 de marzo de 1895 en un pueblo del norte de León, Villamanin, donde nació y creció. A pesar de la época, realizará estudios superiores en León, y allí mismo, impartirá sus primeras clases en la Escuela de Magisterio. Serían las primeras de muchas puesto que fue maestra, gerente y directora en varios centros educativos. 

Con 23 años obtuvo la plaza de maestra en una aldea próxima a Ferrol y allí pasó diez años. Fue tal su dedicación que según cuenta el Diario Ideal Gallego (18 de diciembre de 1925) recibió «una distinción especial por sus indiscutibles méritos en agradecimiento a su dedicación y la atención desinteresada» promovida por los propios vecinos. Ese afán por enseñar se mantendrá a lo largo de toda su vida, siempre ayudando y enseñando a aquel que quisiera aprender. 

Destaca de ella también otra faceta, la de inventora, por la que fue premiada en múltiples ocasiones dentro y fuera de España. Su primer reconocimiento nacional sería ni más ni menos que la Medalla de Oro y Diploma en la 1ª Exposición Nacional de Inventores Españoles. ¡La primera! Celebrada en 1952. Para esa fecha, Ángela ya había realizado tres inventos: el Atlas Científico Gramatical (1944) con la finalidad de dar a conocer España con gramática, sintaxis, morfología, ortografía y fonética; una Máquina Taquimecanográfica y el artilugio que hoy consideramos ni más ni menos que el precusor del libro electrónico. Se trata, sí, de la Enciclopedia Mecánica (1949). 

Observando a sus alumnos, cargados siempre de libros, – ¿os resulta familiar? – y queriendo ser partícipe de una educación que tendiera a adaptarse a los estudiantes, imaginó este artilugio para facilitar la lectura de libros.

El 3 agosto de 1962, ya con 67 años, es entrevistada por el Correo Gallego y Ángela habla así de su Enciclopedia: “Los libros mecánicos proporcionan muchísimas ventajas. El mío ha sido ideado para todos los idiomas y facilita grandemente el trabajo a profesores y alumnos. Ideovisual, responde al progreso del vivir actual y cumple las leyes de enseñanza general. Por su calidad de internacionalidad, facilita en el mundo el arte de enseñar a profesores, pedagogos, especialistas de la enseñanza…es atractiva y práctica. Se trata de una pedagogía ultramoderna que actúa las realidades pedagógicas… Auxilia a la ciencia de la Enseñanza y creo que cumple los fines que me he puesto al idearlo” 

Parece ser que en 1970 rechazó la proposición de Washington de explotar sus patentes en EE.UU.

Si bien falleció en 1975 tras seguir renovando de manera anual su patente, su invención no será reconocida oficialmente hasta el año 2011, fecha de publicación del catálogo “200 años de patentes” de la OEPM. Hasta este momento se había considerando que el inventor del

libro electrónico o e-book había sido el norteamericano Michael Hart en 1971. No obstante, hoy sabemos que bastantes años atrás, en 1949, la maestra ferrolana había obtenido la patente nº 190.698. Asociado a ese número se encuentra un procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros. Una Enciclopedia realmente innovadora, construida en el Parque de Artillería de Ferrol bajo la dirección de su inventora, y con intención principal: aligerar el peso de las carteras de los niños. Un artefacto compuesto por una serie de cintas de texto e ilustraciones que van pasando con carretes, bajo una lámina transparente e irrompible, con cristal de aumento, y dotado – atención – de luz para leer en la oscuridad y sonido con las explicaciones de cada tema. 

¿Merece Doña Angelita una mención especial como mujer a destacar? Sin duda, nosotras creemos que sí.