Hace tres años estábamos con tanto trabajo encima produciendo nuestros primeros cinco libros que el #8M se nos permitió solo en un ámbito personal. A la par que leíamos el grito de autoras como Flora Tristán: “¡Oh! Mujeres, hermanas nuestras, ¡no hagáis oídos sordos a nuestra llamada! Venid a nosotros, necesitamos vuestro socorro, vuestra ayuda, vuestro amparo”; nos uníamos a los gritos aunados de aquella segunda gran manifestación en Madrid. 

 Llegamos a ese #8M con los aprendizajes de Carole Pateman expuestos en su contrato sexual, un contrato que consiste en un pacto no pacífico entre hombres para distribuirse el acceso al cuerpo femenino fértil. Llegamos sumergiéndonos en los diarios de Ionna Tsatsos y en la primera obra de ficción de Willa Cather. Acabábamos también de reflexionar sobre las Heteras en la Antigua Grecia de Catalina Aparicio, cómo su visión puede seguir estando presente en nuestra actualidad y “si seguimos considerando heteras a aquellas que simplemente luchan por un mundo más justo”. Además, quisimos volver a ser Jo gracias a Isabel Franc: “pasado el tiempo, había que resarcir a las lectoras planteando una explicación, en primera persona, de los motivos que llevaron a Jo a esa supuesta traición».

Pasó el 8M, el subidón, la energía y nuestra semana fue un poco como uno de los relatos de Inés Herrero en sus “Grietas”:

EL PLATO DEL DÍA
Lunes, el café está frío.
Martes, la comida atasca el fregadero.
Xiercóles, maullo, mi plato está vacío.
Jueves, él sigue en la cama.
Viernes, huele a muerto.
Sábado, está más rico que mis latas de atún.

Pero ese marzo terminó por todo lo alto en el hogar de Ménades. Nos dejamos llevar por la sabiduría india y entonamos el mismo grito que Zitkala-Ša: “¡Gran Espíritu, condúceme al rescate de mi amor! Otórgame una inteligencia veloz como arma esta noche. Espíritu todopoderoso, concédeme el corazón de mi padre guerrero, fuerte como para matar a un enemigo y valiente como para salvar a un amigo”. Y el Gran Espíritu nos escuchó, porque en un mes ya teníamos listos para compartir con el mundo la novela de Maryse Condé, “Célanire Cuellocortado”, los diarios de Anne Lister y un conjunto de ensayos en torno a “los procesos fisiológicos, biológicos y médicos que nos marcan; que nos dejan huella” y que se llamó “Disidencia en el cuerpo”.

En los siguientes meses nos dejamos llevar, entre otras cosas, por la belleza de la poesía con dos traducciones cuya edición todavía hoy nos cautiva. Fahmida Riaz y Anguelikí Koré nos acompañaron con sus versos mientras hacíamos una inmersión en el género del cuento junto con AMEIS dando vida a “Esas que también soy yo”. Cuentos que pasaron a ser un tiempo después “Puntos de luz en la noche” de la mano de Isabel Cienfuegos.

“Lo siento, vamos a seguir siendo molestas. No tenemos otro objetivo que seguir siéndolo ante cualquier maniobra de borrado”, escribía Rosa María Rodríguez Magda en “La Mujer Molesta”. Nos unimos a su palabra y la aplicamos desde nuestra perspectiva dando voz a una de las mujeres cada vez menos, gracias a las diosas, silenciada y olvidada de nuestra historia: Agustina González. A ella le siguieron las historias de la intrépida aventurera Katherine Routledge e historias de mujeres valientes que rompieron moldes y abrieron al mundo sus pensamientos como Minerva, la protagonista de la novela de Ariadna G. García, “El año cero”, o las gotas destiladas de un alma de mujer que se abre camino en “La escalera mágica” de Pilar González Serrano, además del proceso de ruptura de un rol establecido que presenta Blanca Berjano en sus “Ratas en el alféizar”. 

Pero en 2019 también “bailamos y sonreímos. Como si no fuera verdad” lo que estábamos consiguiendo, con el “Maldito Boccherini” de Yolanda González. Las semanas iban pasando y de una forma muy similar a la que relata uno de sus protagonista de Hormiga Blanca, de Mónica Sánchez, se sucedían los días: “Durante una semana más, me conduje por los rituales. Siete menos cuarto de la mañana: entraba de puntillas a mi propia empresa para contemplarla durante unos minutos”. Hasta que un día llegó a nosotras la verdadera historia de Helena de Troya a través de un relato escrito por Daniel Tubau en el que se desvelan los rasgos originales de un mito antiquísimo. Después de Maldita Helena, ahondamos en el mundo de la musicología desde un punto de vista feminista con la compilación de ensayos que se recogen en Música y Mujeres, y fuimos partícipes de las reflexiones y aprendizajes de Victoria Sendón de León en su Barbarie Patriarcal, en la que se muestra el Patriarcado como el verdadero enemigo del feminismo: “En ocasiones el movimiento feminista ha errado el objetivo batallando contra el machismo, que no es más que el síntoma de una enfermedad con raíces más profundas”.

Terminamos el año dando voz a una de las grandes figuras del activismo trans, Julia Serano, quien a través de su conocida Whipping Girl habla de manera comprensiva e imprescindible sobre lo que significa ser una mujer trans dentro de una sociedad patriarcal, y sobre qué es una vida trans como tal. Y viajamos con Margot Chamorro por un tiempo roto ya pasado, que de alguna manera, y como si fuera una burla del destino, nos llevó a un tiempo roto a muchos niveles.

Como os podéis imaginar, nuestro siguiente #8M pasó casi inadvertido. Entre la pandemia inminente y los cambios internos que tuvimos en ese momento, el trabajo volvió a tomar el protagonismo en nuestras vidas. 

“Solemos olvidar tan sin cuidado…” escribía Maeve Ratón en uno de sus versos que componen “Lo que ocupan los muertos”. Nos olvidamos tan rápido de que teníamos una pandemia encima que en verano nos relajamos, en Navidades nos relajamos y aquí seguimos inmersas. Pero la vida sigue y hay temas del día a día que no desaparecen. Bien lo saben las autoras de Mothersplaining o las de Relatos nada sexis

Llevamos unos meses en los que nuestras relaciones han cambiado de medio y nos han obligado a adaptarnos a nuevas formas de socialización. Pero no dejemos pasar esta oportunidad, como dice Herminia Luque en el prólogo de Escritoras Ilustradas: “Si un valor tendría que reivindicarse (es decir, reinventarse) en la era de las redes sociales, ese es sin duda la amistad”. En su libro aprendemos que la amistad entre mujeres no es ninguna novedad. La sororidad también tiene una larga historia. Y en este año en el que los cuidados son la principal reivindicación del 8M, nos hacemos eco de la voz de Agnieszka Graff que nos advierte de cómo podemos terminar si los políticos toman el mando de nuestros cuerpos o de nuestros derechos, solo hay que mirar las prohibiciones de Madrid para darse cuenta de esto. 

Cuidémonos y unámonos al grito de Flora Tristán, de Zitkala-Ša, de Maryse Condé, de Minerva, de Helena, de todas y cada una de las autoras con voz propia. Pero no nos olvidemos de bailar y sonreír. 

    ¡Feliz 8M y felices feminismos!

Las Ménades